martes, marzo 21, 2006

Sidrería Niza

Era jueves y se presentaba un fin de semana de órdago en Madrid, tres amigos y yo nos íbamos a visitar a Jorgín y a ver monumentos en la capital del reino, al final todo degenero en... pero me estoy desviando del tema que nos preocupa. Algún día contaré nuestras andanzas en Madrid así como una receta que mi amigo Mariano nos contó por aquellos lares.
Mi amigo Chela me había mandado un mensaje para quedar en el titanic el jueves pues tenia unos presentes para Jorge y yo era el encargado de llevárselos. Allí apareció un elenco de elementos dispares como Noel, Marcos, Mariano(que acabó encargándose de los regalos para Jorge), mi hermano(que se llama Alberto por si alguien le importa) y el Chela con Berta y Yeho( su novia y su perro respectivamente). Pues de toda esa gente solo pude convencer a mi hermano para ir a picar un cachopo, convencer no es la palabra, solo me siguió cuando marché a cenar, creo que ya tenía asimilado el hecho de cenar un cachopo conmigo.
Como soy una buenísima persona dejé a mi hermano elegir el lugar del atracón ,despues de lo cual tendré que convertirme en una mala persona.
El lugar elegido era la sidrería Niza, un local alargado y pequeño con una decoración entre sidrería y vinatería. Ya había estado allí en una primera intentona de cachopada pero aquel día no tenían carne suficiente para tres cachopos (nos dijeron) así que tapeamos. En aquella ocasión ofrecían a los clientes unas croquetas de queso calentitas que estaban muy ricas y esta vez también estaban allí pero no estaban ni calentitas ni ricas, supongo que lo primero influye en lo segundo. Pedí mi cervecita y oh! que ingrata sorpresa cuando me pusieron una cruzcampo, creo que me había levantado con el pie izquierdo.
Nos sentamos en la mesa en la tele jugaba el betis, acabó perdiendo. Nos sirvieron los cachopos de tamaño estándar tirando a pequeño, sin pimientos, estaba salado. Me lo comí pagué y volví corriendo a la seguridad de mi casa, quien sabe con la mala suerte que tenía igual me caía un piano de cola en la cabeza.



Lugar: Sidrería Niza
Puntuación: NM









Como anécdota contar que a mi hermano le gustó.

miércoles, marzo 08, 2006

El Carro

La excusa era... no, yo no necesito excusas.
Hacía tiempo ya de la última vez que había comido un buen cachopo. Además echaban un partido de futbol por la tele, jugaba el madrí y mi hermano y yo queriamos verlo.
El plan era ir al Titanic a ver el futbol tomar una birra y de vuelta para casa, pero según pasaban las horas en el trabajo una pequeña idéa que acabó siendo enorme ,por el tamaño del imaginativo cachopo, se abrio en mi cabeza y empecé a discurrir un plan B.
El plan B era comer un cachopo viendo el partido y como no quería ir muy lejos elegí un chigre del barrio.Habiendome mi padre hablado del cachopo y de la buena cocina en general de El carro decidime por dejarme caer por allí.
La barra larga y al final un televisor enorme ponía algo sobre un trascendental noseque, las tripas gemían. -Una caña y un mosto rojo mientras esperamos a unos cachopos amigos nuestro, están en la cocina- le dije al chigrero, - en un momento les preparo la mesa y les aviso para que se sienten- y nos sirvió nuestras consumiciones. El bar empezó a llenarse y yo no quitaba el ojo al camarero que miraba la tele. En esto me fijé atraves del espejo que en la parez de mi espalda habia un agujero del que, no daba credito a lo que veía, salía un cachopo enorme. Pese a su gran tamaño salió con increible agilidad de aquel pequeño agujero, me miro y dijo - se pueden ustedes sentar- el camarero me obserbaba detras de la barra sonriente - muy bien, gracias- dije mientras volvia la cabeza hacia el orificio en la parez. No había nada, tampoco me importó.
-Que van ustedes a beber-
-Una cerveza en vaso de sidra- dije.
-Yo agua- respondió mi hermano.
Tengo que decir que el cachopo entra mejor acompañado con una cervecita, mi hermano lo supo cuando me la sirvieron y entonces dijo -mejor me pones a mi otra igual- y cuando se la trajeron estaba acompañada con el primer cachopo, el segundo llego segundos despues.
Me estrañó el aspecto del cachopo pues estaba regado de una salsa digamos como la de guisar carne, con champiñones y guisantes, las patatas a un lado. No había pimientos.
Empecé a cortar maldiciendo el que no hubiese pimientos cuando mi hermano señalo su corte en el que se podía ver el tono rojizo de un maravilloso pimiento dentro del relleno. Olvide el enfado y comí.
Tierno y jugoso la salsa le daba un toque distinto, su tamaño lo vamos a considerar como estandar, osea que es lo suficientemente grande para quedar sin hambre comiendo solo el cachopo pero suficientemente pequeño para no lamentar su ingesta durante toda la noche.


Lugar:El Carro
Puntuación: 7





Una vez saciado mi apetito pedimos unos postres y cafes que se alargaron hasta que acabó el... partido!. Sabía que habiamos ido a algo mas que a comer un cachopo.
Como diría un amigo mio el madrí se fue pa Murcia.